Cuando empecé a investigar en el ámbito del antiaging me encontré con que para la medicina convencional lo “normal”, en términos de salud,
es lo contrario de enfermedad y por ello se considera “normal” todo aquello que no es patológico.
En ese contexto, las arrugas y la flacidez, la pérdida de masa muscular y de densidad ósea, los sofocos, la disminución de visión y de capacidad auditiva, la irritabilidad, la inquietud, el desánimo, las dificultades para dormir, la pérdida de memoria, de atención y de concentración, la apatía sexual… son consideradas “normales” a partir de determinada edad.
Me pareció que lo que se definía como “normal”, estaba de acuerdo con los valores de referencia según la edad, pero que ello no quería decir que la persona que acudían a las consultas para expresar alguna de esas carencias no estuvieran indicando anomalías en sus sistemas energético, inmunológico, nervioso y endocrino.
Me había topado con uno de los grandes paradigmas, el del envejecimiento. Vivimos en una cultura que comparte la creencia de que crecemos hasta un determinado momento a partir del cual empezamos a deteriorarnos hasta morir. A pesar de ello, gracias a que somos seres del siglo XXI, podemos aspirar a envejecer con bastante más calidad de vida que las generaciones que nos precedieron. Hemos conseguido alargar la vejez o última etapa de la vida, pero ¿es esto suficiente?
Mi investigación me ha llevado a conocer que el cuerpo humano es poderoso y sano en sí mismo. Está diseñado y constituido para que viva muchos más años de los que está viviendo en juventud, en salud y en plenitud.
Me baso en los avances de la Medicina Antiaging, que se plantea lo “óptimo”, y no lo “normal” como objetivo. Pertenezco a la Sociedad Española de Medicina de Antienvejecimiento y Longevidad y a la Fundación Instituto Europeo para el Estudio de la Longevidad. En ambas, tratamos de colaborar para que llegue un día, no muy lejano, en que lo óptimo sea lo normal para todos.
Para lograrlo, defiendo la integración de la Medicina Occidental, la Medicina Tradicional China, la Medicina Homeopática, la Medicina Ayurvédica, la Medicina Chamánica y la Naturopatía. Afortunadamente cada vez son más los médicos alopáticos que completan su formación con otras aproximaciones terapéuticas. Lo mejor de Oriente y Occidente, aunando los conocimientos de las tradiciones milenarias con la vanguardia de la ciencia y la tecnología contemporánea. Una medicina holística, integrativa e integradora, que tiene en cuenta todos los aspectos del ser humano.
Por su parte, la biogerontotogía promete, gracias al desarrollo de la tecnología, poder acabar con el envejecimiento de la célula antes de los próximos 20 años. Esto supondrá el final del envejecimiento científicamente hablando. Así, citando a Aubrey de Grey, te digo que procures mantenerte sano los próximos 20 años porque, si lo consigues podrás vivir 300.
Estamos equipados para estar sanos y para estar felices. Se puede vivir plenamente y con una juventud ampliada. Podríamos vernos y sentirnos muy bien hasta edades muy avanzadas. Va a llegar un momento en el que podremos vivir plenamente lúcidos y conscientes de principio a fin aprovechando esta etapa humana con toda la consciencia, toda la vitalidad y todo el altísimo rendimiento del que somos capaces como especie.
Desde el coaching antiaging colaboro coordinando y sincronizando las actuaciones multidisciplinares con fines antiaging y preparo a las personas para que puedan curar su mundo emocional, resolviendo los conflictos que les intoxican y envejecen. El cuerpo acompaña y responde siempre porque el cuerpo está al servicio de la consciencia.
Con el coaching antiaging también ayudo a crear consciencia social de lo que dentro de poco será la nueva “normalidad”. En breve empezaremos a dejar de hablar de envejecimiento para hablar de longevidad en plenitud física y mental ¿Te apuntas?
** Sigue mi página de Facebook
Deja un comentario